En la campaña se hizo foco en el Puerto de La Plata como un caso emblemático de un espejismo en crisis. En este escenario, se expresan disputas de larga data que provienen de una compleja red de actores e intereses que integran la región. La investigación partió de la situación de incertidumbre actual y las experiencias de las comunidades del área del delta del Río Santiago.

En este sentido, el discurso del progreso y la toma de decisiones arbitraria generó ilusiones de trabajo y desarrollo para mucha gente de la zona que se vieron frustradas con el paso del tiempo. Sin embargo en cada anuncio de nuevos planes, revive el conflicto en esta región golpeada por la falta de empleo de calidad y horizontes de vida dignos.

Las obras de ampliación del puerto que se impulsaron extendiendo el área portuaria sobre sectores de uso civil fueron tomando áreas que tenían diversos usos preexistentes y áreas verdes protegidas. La construcción implicó el dragado del fondo de los canales y el vuelco masivo de sedimentos con metales pesados e hidrocarburos en zonas de humedales de la Islas Paulino sin tener en cuenta la vulnerabilidad de los ecosistemas ribereños ni los modos de vida de los pobladores asentados a sus márgenes. 

Hoy el Puerto La Plata está sin rumbo. Pero esta vacancia puede ser un escenario estratégico para repensar el alcance de los problemas urbanos, las disputas territoriales y la necesidad de una sensibilidad geopolítica que genere un espacio de imaginación de lo posible sobre este vacío urbano transitorio. La propuesta piensa que la ciudad es una forma y que el derecho a ¨trans-formar¨ es una nueva elaboración de la política democrática de lo urbano que implica la producción colaborativa a partir del conocimiento del patrimonio y las experiencias de reinvención de lo cotidiano llevadas adelante por las comunidades del humedal.